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Un rincón parisino

Muy cerca de la jungla que es Cabildo y Juramento, y Avenida Crámer. Se encuentra este pequeñísimo gran espacio con aroma a París llamado LE RUELLE. Fue pura atracción, desde lejos en la misma cuadra, vi ese cartelito de hierro, las piedras de las baldosas, y las sillitas con mesita redonda en mármol y hierro… dije, ¡Tengo que entrar! Todo me recordó a aquella ciudad que visité hace un año y lo feliz que fui, tan sólo de poder disfrutar del estilo de la arquitectura y la decoración de interiores, de poder disfrutar un café caliente en cualquier esquina que quisiera y alguna delicia. Tan sólo eso, un lindo interior, un café y un gustito. Eso me pasó con LE RUELLE.


El proyecto surge en Campana hace aproximadamente unos seis años, una abogada y un economista dieron su siguiente paso como matrimonio: abrieron sus propios locales, uno de objetos y otro de muebles. Muy pronto abrieron otro local en Cardales, donde ellos vivían y más adelante, hace casi tres años, se trasladaron a la Ciudad de Buenos Aires, exactamente al barrio de Belgrano y abrieron el Le Ruelle del cual me enamoré.


La deco como fuente laboral no estaba en los planes de ninguno de los dos, pero sí una pasión por los interiores y la arquitectura no paraba de crecer dentro de ellos. Esa pasión se despertaba cada vez que ellos viajaban y quedaba latiendo cuando volvían. Luego de muchos viajes a París, a Milano para visitar la feria del mueble, la idea comenzó a germinar, y luego de visitar los países escandinavos, decidieron materializar este amor por el hogar.

¿Qué estilo eligieron? Es difícil de definir, si se le pregunta a la dueña le gusta llamarle “ecléctico”, es diferente a todo, no categoriza bajo ningún estilo, pero sí tiene cosas de unos y otros. Tiene que ver con un estilo muy personal, ella se dedica a elegir lo que a le gusta, no elige nada porque “está de moda”, “es lo que se vende” o “a alguien le va a gustar”, si no hay un gusto al 100% por el objeto o mueble, no es seleccionado para estar a la venta en sus locales. Creo que por esta razón uno se siente en un hogar y tan a gusto cuando visita el local, hay un espíritu de armado como si fuera su propia casa que traspasa lo comercial y se transmite al cliente. Siempre tratan de buscar la diferencia en sus objetos, para lo que muchas veces recurren a mandar a pintar las telas a mano, de buscarle la vuelta a través de la combinación de materialidades y colores.


Los indispensables de Le Ruelle son el lino, el cuero, la madera, materiales nobles intervenidos y que en ellos prime la calidad. Las maderas que utilizan son recicladas, con lo cual siempre tratan de cuidar el lado responsable y sustentable de la manufacturación. Además y como si fuera poco todo lo que ofrecen, tratan siempre de que haya en los locales objetos para todas las necesidades económicas, con la misma calidad y con la misma belleza. El matrimonio busca que tanto el que compra un objeto como un servilletero, una taza o una mantequera, se sienta igual que el que compra una mesa, un juego de vajilla o un sillón. Esto se lo han transmitido al personal y procuran de que el cliente que va a invertir un monto chico sea atendido de la misma forma que el cliente que va a gastar una suma importante de dinero. Además ofrecen muebles a medida y servicio de asesoramiento: esto quiere decir que visitan el domicilio de la persona que quiere renovar un espacio o decorar un rincón de la casa y junto con el cliente, eligen las mejores opciones para que ese espacio quede de alguna forma “soñado”.


En cuanto a la experiencia en el local de Belgrano, quiero decirles que no hay como ir, recrearse la vista con la cantidad de cositas lindas que hay y tomarse un rico café con una delicia de Valu Ramallo, mientras que en el silencio del lugar suena alguna melodía francesa y así teletransportarse por unos segundos a la ciudad de París. Este espacio, el cafecito, fue pensado como complemento para el cliente de decoración, y la venta de productos de Valu Ramallo, es el resultado de una anécdota familiar: una de sus hijas, también estudiante de economía, tiene como pasión y hobbie la cocina. Es una fan de las tortas de Valu, y un día del niño, sus padres, los dueños de Le Ruelle, deciden darle la sorpresa de invitar a su casa a la joven pâtissière a cocinar. Allí fue que se estableció el buen vínculo entre Le Ruelle y Valeria Ramallo, una fórmula tan exitosa como la venta de objetos para la decoración.


















Por: Gisella Martino @gmartinoc

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